Pedagogía

La base fundamental del Taller Costa Rica Clown es devolverle al participante la capacidad de jugar, desde una perspectiva adulta, libre, de compresión y respeto.

Es por esto que utilizamos métodos pedagógicos sensibles, los cuales permiten desarrollar un plan formativo, flexible, sin imposiciones y con muchos espacios de expresión, creación y desarrollo, grupal e individual.

Explicado de una manera clara y contundente el maestro Jesús Jara, reconocido clown y pedagogo español, explica a través de su web el concepto del "Enseñaje, la pedagogía del placer":   *(texto reproducido con permiso del autor).

¿QUÉ PEDAGOGÍA?


  
En cualquier ámbito educativo observamos una tendencia mayoritaria a practicar un tipo de enseñanza que repite modelos desfasados, donde alumnado y profesorado permanecen alejados, cuando no enfrentados. Una enseñanza en la que lo único importante son los conocimientos, despreciando otros aspectos fundamentales como los valores. Una enseñanza que busca la especialización en vez de la formación integral de la persona. Una enseñanza llena de tópicos nefastos como aquel que dice que cuanta más caña dé el profesorado, mejor. Una enseñanza, en suma, que traiciona el origen etimológico de la palabra educar: guiar, conducir.

 
Duele tener que decir que el mundo del teatro, en general, y el del Clown, en particular, no son una excepción. Demasiados profesores, y a veces también alumnos, a los que, con frecuencia, sólo les preocupa la búsqueda de la excelencia y el ejercicio de la competitividad, mientras ignoran la importancia de la transversalidad y se olvidan de formar buenas personas y no sólo buenos payasos o payasas.

 
De ahí la importancia de detenernos atentamente en las siguientes reflexiones sobre cómo enseñar y cómo aprender, sobre cómo practicar lo que hemos llamado el enseñaje: enseñar aprendiendo y aprender enseñando con una actitud facilitadora, desde el disfrute y el juego. Desde una actitud, en el profesorado, de compromiso con su profesión, de máximo esfuerzo y entrega, una actitud que haga que cuando acaben la sesión, el taller o el curso, sintamos la satisfacción del autodeber cumplido, con el cuerpo y la mente exhaustos y relajados al mismo tiempo. Una actitud entusiasta que transmita el mensaje de Esto es lo que yo sé, sacad lo que sabéis vosotros y exploremos juntos. Una actitud que funcione como modelo de lo que se le pide al alumnado, hacerlo lo mejor posible, es decir, poniendo en funcionamiento todas las capacidades a pleno rendimiento, con ilusión, concentración y placer.
 

 
CONTRA UNA PEDAGOGÍA DEL SUFRIMIENTO

 

 

 
"Es verdad que sufriendo se pueden aprender cosas. Lo malo es que al sufrir perdemos fuerzas para servirnos de ellas"
 
Cesare Pavese
 

La pedagogía del sufrimiento contiene elementos nocivos para la salud y el espíritu. Esta pedagogía consiste en intentar estimular al alumnado presionándolos, con un tono y una actitud exigentes que rayan con el autoritarismo y la mala educación. Como todo se plantea en términos de éxito o fracaso, y muchas veces en una atmósfera de urgencia, su práctica y sus efectos pueden ser devastadores para las personas y su autoestima.

 
Veamos las bases sobre las que se sustenta:

 
Lo dijo Blas, punto redondo

 
1) Todo pasa por la crítica y sentencia del profesor. Acostumbrarse a su opinión exclusiva, renunciando a la propia y a la de los compañeros, crea una dependencia y una visión parcial y unilateral de la evolución del aprendizaje de cada persona. El profesor que juzga severa y continuamente, con un exceso de presión y exigencia, impide que aprendamos a atarnos solos los cordones de los zapatos, necesitando siempre que sea él, o ella, quien lo haga.
 
La letra con sangre entra

 
2) La seriedad es un imperio, aliado con la complicidad del miedo y la inseguridad, que se nos cuela como el frío por todas nuestras rendijas cognitivas y emocionales, impidiéndonos el movimiento y la expresión libres. Bajo su influencia perdemos capacidad, ya que produce tensión, insalubridad psíquica, autoexigencia desmedida, pensamientos negativos, preocupación, impaciencia, estrés e ineficacia.

 
Donde hay patrón no manda marinero

 
3) El formador interrumpe constantemente al alumno en sus improvisaciones, supuestamente para estimular y provocar una reacción ante la adversidad. En la práctica, como consecuencia de resaltar constantemente lo que se hace mal, la autoconfianza del alumnado se resquebraja y pasan a ser personas sin iniciativa, dependientes de la persona que sabe.
 
Dime de qué presumes y te diré de lo que careces

 
4) La relación profesor-alumno se basa en una distribución de roles, en los que el alumno ha de sacrificar sus pequeñas verdades ante la GRAN VERDAD del profesor. Se prioriza la Enseñanza del Maestro-gurú, que sienta cátedra para protegerse de las turbulencias de todas sus contradicciones, frente al aprendizaje del alumno-pequeño saltamontes. Por ello, lo importante no es que todos los alumnos realicen las propuestas, sino que lo hagan unos pocos para ilustrar el discurso del profesor.
 
Tonto el último

 
5) Se ignora la importancia del buen ambiente durante las clases. Se desaprovecha el grupo y sus posibilidades como motor generador de estímulos para las personas que lo componen. Se potencia el individualismo y el sálvese el que pueda, con juegos eliminatorios o no permitiendo que todas las personas hagan las improvisaciones de cada sesión.
 
Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer

 
6) La posibilidad del descubrimiento, individual o colectivo, queda vetada implícitamente, ya que cada sesión es una excusa para que el profesor confirme lo que piensa y proyecte lo que espera, sin dejar resquicio a algo diferente. Por ello, no hay espacio ni tiempo para las reflexiones o evaluaciones, individuales y de grupo, durante o después de cada sesión.

 
POR UNA PEDAGOGÍA DEL PLACER

 
El arte supremo del maestro es despertar el placer
 
de la expresión creativa y el conocimiento
 
Albert Einstein

 
La pedagogía del placer es la ciencia y el arte de educar con, desde, hacia, para, por y a través del placer. Pretende recuperar para los adultos la manera de aprender de los niños. Desde el juego y la espontaneidad, divirtiéndonos en un proceso de aprendizaje basado en la curiosidad y la experimentación. Sin dramatizar, sin frustrarse, con entusiasmo, voluntad y esfuerzo, aceptando con naturalidad la dinámica de ensayo y error, y entendiendo que siempre es mejor aprender disfrutando que sufriendo.

 
Los pilares sobre los que se sostiene esta pedagogía son:

Me equivoco, luego existo

 
1) Ante el error, relajación y aceptación. Practiquemos la autocrítica sana, que básicamente consiste en distanciarse de sí mismo cultivando la capacidad de verse desde fuera. Hay que tomar conciencia de las propias limitaciones, aceptándolas con normalidad y disfrutando tanto de los aciertos como de los errores, porque ambos contribuyen al aprendizaje. Escuchar las opiniones de los demás, profesor incluido, y sobre todo, desarrollar la propia.

 
La letra con humor entra

 
2) El humor y la risa conforman un estilo, una actitud, un medio para enseñar y una llave para aprender. Si hemos alabado los beneficios del humor y la risa para las personas que reciben el arte del clown, nada mejor para la formación de éste que las mismas herramientas. A través de ellas somos más eficaces, ya que producen motivación, compañerismo, identidad de grupo, distensión, creatividad, efecto transformador, función terapéutica y autoestima.

 
Dime lo mejor y afrontaré lo peor

 
3) La autoestima es el principal aliado para cualquier persona que afronta una tarea. Por ello consideramos fundamental dejar hacer al alumno en las improvisaciones desde su capacidad imaginativa singular y resaltar los aspectos positivos primero, para después poder afrontar con más confianza y receptividad la crítica sana e imprescindible en cualquier proceso de aprendizaje.

 
Nadie enseña si nadie aprende

 
4) La relación profesor-alumno se basa en la empatía y no en el status. El formador no es infalible, no lo sabe todo, aprende mientras enseña, no debe buscar el lucimiento sino ayudar al alumno y debe ser coherente con lo que enseña. Lo mejor que puede hacer es buscar el equilibrio entre las buenas maneras, las pautas claras y la asertividad en sus opiniones.

 
Todos para uno y uno para todos

 
5) El ambiente y la atmósfera que se crea en un grupo juegan un papel importante dentro del aprendizaje individual. Cuanta más complicidad y solidaridad, mejor será el grupo y cuanto mejor sea el grupo mejor le irá a cada persona que lo componga. Se valora el uso de juegos corporativos y que cada persona tenga su espacio y su tiempo en cada sesión.

 
Lo bueno, si nuevo, dos veces bueno

 
6) Todo el grupo, profesor y alumnos, permanece alerta y abierto a descubrir nuevas fórmulas y posibilidades para los ejercicios, la idea de clown y el proceso de aprendizaje, en general. Cada sesión tiene sus momentos para reflexionar entre todas las personas y evaluar los procesos, individuales o de grupo.

 

 
CUADRO COMPARATIVO ENTRE AMBAS PEDAGOGÍAS

 
Indiscutiblemente, ambas metodologías pueden lograr buenos resultados, pero una representa el pasado y el autoritarismo de la educación tradicional, mientras que la otra representa el futuro y la creatividad como símbolo de un nuevo paradigma educativo. Además, esta última es, indiscutiblemente, más sana. Y en la enseñanza del clown, que es risa, emoción y ternura, parece razonable pensar que sólo puede haber una vía.

 
Chicos y chicas, querida gente con ganas de aprender… …no permitáis que ningún profe o profa os trate mal.

 

 
PEDAGOGÍA DEL SUFRIMIENTO
  1. Lo importante es enseñar
  2. Se valora el resultado
  3. Dificulta
  4. Bloquea
  5. Confunde
  6. Produce miedos y desconfianza
  7. Comprime la creatividad
  8. El formador juzga
  9. Se dicta
  10. Convierte las cosas fáciles en difíciles
  11. ¡Qué duro!

 PEDAGOGÍA DEL PLACER
  1. Lo importante es aprender
  2. Se valora el proceso
  3. Facilita 
  4. Desbloquea
  5. Clarifica 
  6. Genera seguridad y confianza
  7. Expande la creatividad
  8. El formador opina
  9. Se guía
  10. Hace que las cosas difíciles parezcan fáciles
  11. ¡Qué apasionante! 
 

 
MANUAL BÁSICO DEL PEDAGOGO
  
La actitud creativa ante la educación significa
 
descubrimiento, liberación y fomento de los
 
potenciales del ser humano, tanto del que
 
enseña como del que aprende
 
Erika Landau
 

Es probable que muchos de los lectores tengan ya un largo bagaje a sus espaldas como pedagogos. Durante ese tiempo habrán desarrollado su propio método, que es de lo que se trata. Ya se sabe, cada maestrillo tiene su librillo. No obstante, pensando en los que aún no tienen tanta experiencia y en que siempre es bueno conocer otros librillos, allá van algunas indicaciones sobre lo que podemos considerar fundamental a la hora de formar, desde la perspectiva del enseñaje, que mencionamos anteriormente.
 
A nivel general:
 
•Hay que transmitir una idea fundamental al alumnado: el comportamiento de niños y niñas en el proceso de aprendizaje es el modelo a seguir para los adultos: ensayo y error. En el proceso para hacer las cosas bien, con frecuencia, antes, las hacen mal. Y como carecen de esa conciencia de bien y mal, nunca conceden una connotación negativa al error y, por tanto, no se frustran. Sólo les interesa conocer, explorar, investigar, aprender. Es decir, lo importante es el proceso, no el resultado.

 
•La solidaridad entre el alumnado es un valor que tiene la característica de actuar como el eco. Se extiende rápidamente y abarca a todas las personas, por lo que los logros de un compañero muestran el camino para los logros de los demás.

 
•El buen humor es contagioso y relaja. No hay que temer que produzca falta de atención o una actitud poco seria. Es compatible con el rigor y la autodisciplina y es tarea del pedagogo o pedagoga que así sea.

 
•Las charlas o pequeñas evaluaciones al final de la sesión facilitan un ambiente de diálogo y reflexión sobre lo aprendido y, además, permiten que no se acumulen las dudas, las insatisfacciones, los comentarios pendientes y los eficaces refuerzos positivos sobre los avances obtenidos.

 
•Todas las personas deben tener su espacio y su tiempo para experimentar todos los ejercicios e improvisaciones. De no ser así, la frustración puede aparecer en algunas de ellas, y con razón.

 
•Hay que transmitir la idea al alumnado de que no basta con seguir las pautas marcadas por el profesor o profesora en cada juego o ejercicio. Evidentemente, hay que respetarlas, pero intentando siempre ir más allá, es decir, haciendo algo creativo que incluso supere lo pautado. La idea es combatir el conformismo y reclamar de cada persona, siempre, la iniciativa creadora.

 
•Cualquier juego contiene en sí mismo otras muchas variantes para crear nuevos juegos. Es preciso imaginar, crear, inventar, desarrollar nuevos ejercicios a partir de los conocidos.

  
Para la persona que enseña:
 
•El buen pedagogo es como un buen árbitro: lo mejor que puede hacer es pasar desapercibido. Que el juego sea rico, que el alumnado disfrute y aprenda como si él o ella no hicieran nada.

 
•El formador no es infalible. Esa meridiana verdad debe ser clara para todos y no hay que pretender ocultarla con erróneas interpretaciones de status.

 
•Un buen esquema para una sesión o un curso no debe ser inflexible. Si el profesor advierte que la energía y el momento exigen un cambio, habrá que poner en práctica la capacidad de improvisación para apartarse del esquema y experimentar por caminos no previstos a priori. Es preciso arriesgar, a la larga siempre tiene premio y, además, es un buen ejemplo para que el alumnado también lo haga.

 
•Es necesario desarrollar una buena memoria visual. Eso permite ilustrar, con detalles concretos de cada improvisación, los comentarios que se hacen sobre el trabajo individual o de grupo. Esa explicación detallada consigue que cada alumno o alumna entienda mejor los conceptos y contribuye a confiar plenamente en la opinión del formador.

 
•Aunque parezca una perogrullada, el objetivo del pedagogo es ayudar a cada persona en su proceso de aprendizaje, no el lucimiento personal. Hay que controlar el ego en todo momento, el propio y el de cada alumno o alumna.

 
•El formador debe fijar como objetivo que el alumnado haga suyos dos o tres conceptos básicos de lo que enseña, especialmente en los cursos de corta duración. No hay que pretender más, pues provocará frustración, en los alumnos y en el profesor.

 
•Ser muy claro en las explicaciones de los ejercicios permite un mejor aprovechamiento del tiempo, pues se reducen las dudas y preguntas y se evita la realización de propuestas con pautas mal entendidas, con la consiguiente confusión que ello comporta y la necesidad de repetir el ejercicio.

 
•A pesar de ser claro, conviene preguntar, antes de empezar, si hay alguna duda. A veces, la pregunta de una persona aclara su propia duda y la de las que no se atreven a formularla.

 
•Es peligroso que los ejercicios tengan una duración larga. Hay que evitar el cansancio físico o el aburrimiento, por lo cual es conveniente que el formador o formadora permanezca muy alerta para poder detectarlos antes de que se produzcan.

 
•Cuando se analicen los ejercicios es preciso recalcar los logros alcanzados, los mejores momentos o los avances individuales en el proceso de aprendizaje. Después vendrán las críticas constructivas sobre los errores, con el objetivo de mejorar y facilitar el camino en las siguientes propuestas.

 
•El pedagogo no puede decirlo todo. Es preciso dar un tiempo al alumnado para comentar un ejercicio, si desean añadir algo. Siempre es probable que estas aportaciones aporten luz a los demás, profesor incluido.

 
•Si es imprescindible que la mirada del clown sea directa y transparente, también lo es que lo sea la del formador o formadora cuando habla. Una buena parte de la confianza comienza a lograrse con la mirada.

 
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